sábado, 6 de agosto de 2016

Así es mi amor...

Te quiero, incluso cuando no te lo mereces, aunque te parezca increíble y a veces injusto… Da igual, no me preguntes la razón por la que querría quedarme contigo; simplemente todo es mejor si tú estás.
A veces pienso en que lo mejor es darme la vuelta e irme a casa, pero es que casa eres tú. Tú, que hueles a hogar, que eres un hermoso desastre. Me haces sonreír entre tinieblas y entonces siento la necesidad de quedarme a vivir en tus ojos.
Porque los errores que cometes me dicen que eres tú y tu lado más humano en una pugna por la metedura de pata. Porque sé que tienes conciencia y que no tardarás en atormentarte por errar y mostrar tu versión más imperfecta.
No es un pacto ni un regalo, me quedo a tu lado porque quiero y porque te quiero, aunque a veces ambos sabemos que quizás no te lo merezcas. Pero ni siquiera yo me lo merezco, al menos no siempre.
Es un toma y daca, un intercambio; pero quedarse no entiende de definiciones. Ni siquiera a veces tenemos razones, somos así de aficionados al masoquismo. Pero eso nos ayuda a sembrar, a recoger, a ser ambiguos y a creer en que lo que hacemos va más allá de la razón.
Yo me quedo a tu lado a pesar de tus torpezas y de tus desplantes, porque estoy en las buenas y en las malas, porque siempre quiero verte sonreír, porque somos personas de valores, porque dejamos de lado el egoísmo y nuestro interés es siempre sincero.
Siempre intentaré ayudarte a recuperar el aliento a través de nuestra complicidad. Te perdono la impuntualidad en mi vida y te espero al otro lado para que cruces el río del sacrificio, del desafío y del cansancio.
Porque en que te quiero están todos los matices que nos definen y que explican la razón por la que quedarme aun conociendo tu peor versión es mi mejor alternativa. Y es que sé que cuando yo falle tú también permanecerás.