jueves, 27 de febrero de 2014
lunes, 17 de febrero de 2014
Las pasiones huecas...
Algunos mares son charcos. Algunos afectos son necesidades. Algunos abrazos son soledades concentradas que toman cuerpo y se agarran. Algunos amigos son titiriteros. Algunos desesperados son títeres sin cabeza. A menudo, algunos amores son trampas y algunas farsas acaban en la realidad más pura. A veces, hay historias que parecen fugaces y están destinadas a ser eternas. Algunas eternidades son impulsos.
Los ojos nos engañan. Nos dejamos engañar porque no soportamos algunas realidades. Porque confiamos en que nuestra ignorancia sea un alivio para las heridas, porque queremos apaciguar nuestras inquietudes. Porque preferimos desconocer a afrontar.
A veces no es juego, es vida. A veces, no es vida es subsistencia.
No es amor, es deseo. No es deseo, es calor. No es cariño, es aburrimiento…
Algunas verdades son recortes de periódicos. Algunas súplicas acaban siendo consignas. Hay algunas consignas que se quedan en nada. Algunos grandes gestos son sólo fotografías. Muchas zancadillas son estímulos y algunas manos tendidas son garfios. Hay pececillos que son pirañas…
Algunas bestias pardas tienen también un lado amable. Algunos refugios son jaulas. A veces, las montañas son cúmulos de pensamientos negros. Y algunos héroes son villanos con capa. A menudo, el que calla es porque escucha y el que habla no dice nada.
A veces un beso es oro… Y el oro es pura chatarra.
No es miedo a veces, es ignorancia. No es menosprecio, es envidia. No es risa, es sarcasmo, es amargura. A veces, no es una pérdida sino una concesión necesaria. No es azar sino empeño. No es suerte sino esfuerzo. A menudo, algunas cosas no son lo que parecen. Tienes que darles la vuelta. Vulnerar los límites. Derribar los muros que han construido tus sentidos. Dejarte llevar por lo que percibe tu instinto.
En ocasiones no es belleza, es sólo perfecta y fría simetría. No es misterio, es distancia. No es atracción, es tedio.
Algunas ideas absurdas brillan. Algunas locuras son sensatas. Algunas obviedades engañan. A veces, las mentiras arañan la superficie y encuentran verdades ocultas. Por desgracia, muchos sueños caducan si no se intentan. Algunos recuerdos mueren si no se reavivan.
Algunos “te quiero” son rutina. Algunos pequeños gestos de cariño esconden grandes pasiones. Algunas pasiones están huecas. Muchas pasiones huecas cansan.
A menudo no es impedimento, ni dificultad sino excusa. No es cansancio, es pereza. No es fracaso ni error, es oportunidad. No es obstáculo, es reto. No es final, es principio.
No es torpeza, es desgana. No es destreza, es ilusión. A veces no es silencio, es cobardía. No es rebeldía, es juventud. No es maldad, es miedo. No es valentía, es inconsciencia. No es fidelidad, es seguidismo ciego. No es sólo dolor, es rabia… A veces no es rareza, es diferencia, originalidad, criterio.
Algunas sentencias absolutas están vacías. Algunos dogmas son casi adivinanzas. Algunas lealtades nacen rotas. Muchas carcajadas son amargas. Las lágrimas a veces son gozo, la lluvia es vida y el remedio mata. El amor también se viste de indiferencia, el odio de compasión y la alegría de calma.
martes, 11 de febrero de 2014
¿Ser o no ser?
Todo se hunde, pero es sólo en tu cabeza. Allí habitan los grandes peligros y las grandes ocasiones para todo. Tú mandas, tú diriges tus pensamientos… Tú escoges si vas a ser la protagonista o a mirar tu vida desde la platea. Eres lo que piensas que eres. Piensa bien.
Te pongas como te pongas, mañana vas a tener que levantarte y plantar cara, mejor que esa cara esté en buenas condiciones. Mejor que te vean radiante. Que sepan que te recompones cada día. Que eres resistente. Cuanto mayor sea la tragedia, mayor la sonrisa. Hazlo por ellos pero, sobre todo, hazlo por ti. Estás mal ahora, pero no estás sólo
No te avergüences. Acabas de pegar un grito horrible, pero no eres esa persona con cara de caimán en la que te has convertido mientras te enfurecías. Ni tampoco esa que todo lo traga después de una tarde plácida. No eres una hiena, has tenido un mal momento. Si quieres, puedes poner el contador a cero desde ahora. No vivas del pasado más que para aprender de él, no dejes que te atormente. No te obsesiones con el futuro. Vive el presente. Tú vida empieza ahora… Después del grito… Y la próxima vez que vayas a transformarte, si puedes, avisa.
Equivocarse es maravilloso. Tu imperfección te hace perfecto para cometer errores. Estás diseñado para ello porque es necesario y básico para vivir. Fastidiarla es la única manera de saber escoger entre el grano y la paja. No hay fórmulas de éxito, no hay caminos correctos. Equivócate sin complejos, no dejes de hacer nada por miedo, vergüenza o sentido del ridículo.
Porque… ¿Crees que has hecho el ridículo? ¿ante quién? ¿te esconderías en los confines del mundo? ¿te sientes feo, absurdo, desgraciada, cansada, revuelta, indigno? No lo piensa nadie más que tú y si lo hacen es su problema. La ridiculez está en tu mente, has aprendido a creer en ella… Haz el ridículo. Hazlo cada día hasta que se te olvide si lo haces o no y pierdas el sentido… Hasta que no sepas donde está la cordura o la sensatez. Hazlo como ejercicio, no importa cuanto tiempo dure el experimento mientras te seas siempre fiel.
Ilusionarse es una droga. Tenla en vena siempre. Sé adicto a las ganas y al entusiasmo. Es el material para fabricarlo todo. Tal vez hoy has visto cosas que te han puesto los pelos de punta y has tragado injusticia y desidia, por eso vas a necesitar una ración extra de pasión para mañana. Para llegar más lejos, para mejorar esta versión de ti que aún tiene miedos, pero que busca justicia. Muévete, haz, no te quedes quieto que te oxidas. A medida que andes, el camino se irá dibujando ante ti.
Vas a tener que correr riesgos. El mayor de ellos pero el más necesario ser tu mismo. Y eso encandilará a muchos y levantará ampollas en otros. Sigue, eres lo más auténtico que tienes para vender. Lo único. Asegúrate de que sabes quién eres y qué quieres. Busca lo que te hace distinto. Y lánzate.
Sé honesto. No vendas humo. Vende tus ganas, tu talento. Que no te pillen intentando ser quién no eres, ni soñando con cabeza ajena. Si no te gusta tu circunstancia cámbiala. Si de momento, no puedes, píntale las paredes de colores vivos a la celda, que parezca un campo de oportunidades.
Aférrate a los tesoros que posees. Agarra lo bueno de la vida y siéntete afortunado. ¿Amas? ¡Menuda suerte! Eso es lo más grande. Hazlo con toda la intensidad de que seas capaz, pero siéntete libre. El amor es libertad y al mismo tiempo entrega. Recuerda, tú no mendigas amor. Nunca. No te quedas con las migajas, te comes el pastel porque te lo mereces todo. Y lo das todo. Quiérete mucho.
Perdónales, pobrecillos. No saben, no pueden porque no quieren. A menudo no llegan porque su rencor es una barrera. Merecen más compasión que desprecio.Tú si puedes, olvida. Lo más seguro si quieren fastidiarte es que vivan pendientes de ti… Libérales ignorando sus miradas.
lunes, 10 de febrero de 2014
Invierno...
Creo que siempre hay una salida, aunque esté oculta. Aunque se esconda tras un muro de caras amargas y tengas que apartar cien miradas de rabia para encontrarla. Siempre hay unas pupilas amigas entre el amasijo de malas palabras. Siempre hay palabras de esperanza entre la vorágine de palabras demoledoras e hirientes, esas que parecen destinadas a derribar fortalezas y flanquear tu esperanza hasta que se rompa por alguna de sus esquinas.
Creo que siempre hay algo hermoso, por pequeño que sea, en cada momento oscuro. En el camino más angosto, en la decepción más grande, la traición más rotunda… Ese trayecto sórdido en tu vida en la soledad más cóncava imaginable, cuando te encuentras contigo mismo y oyes sólo el sonido de tus tripas y sabes que tal vez no haya nadie más a tu lado en muchos días, en siglos… A muchos kilómetros de piel y calor… Cuando buscas el abrazo como loco y darías pedazos de vida por una caricia… Cuando te sientes tan encerrado en tus miserias que parece que el mundo esté tras una cortina traslúcida que te permite ver pero no tocar. Incluso entonces, te sorprendes encontrando una rostro afable dando un buenos días, ojeando un libro y topando por azar con la frase que necesitas leer o escuchando las palabras que buscas en un murmullo, entre mil voces, como una plegaria… Tal vez, saliendo a la calle y notando como una lluvia fría te moja los hombros y te estremece por dentro. Entonces recuerdas que existes y que todo es posible. Y cierras los ojos y prometes recordar este instante, en un año, en diez años… Hasta el final del viaje. Y guardarlo como algo precioso. El momento en que te diste cuenta de que resistirías. Que el mundo iba más allá de tu mundo, que había un vida más allá de las paredes que tu cabeza había construido para ti… Y que sólo tenías que imaginarlo, que ser capaz de verlo con unos ojos distintos a los que llevas puestos cuando el peso de lo que no eres y deseas con fuerza se te cae encima. Creo que siempre hay un resquicio por el que la ilusión puede escaparse de un cuerpo cansado y salir a la calle a buscar fantasía… Y si no la encuentra, pintarla, crearla, inventársela para que exista.
Creo que siempre hay un deseo al que agarrarse. Aunque queme y te deje las manos llagadas. Siempre hay algo que cumplir, un horizonte al que llegar, una esquina que girar para descubrir qué hay al otro lado. Y no importa si es un vertedero o un prado de flores rojas, lo que importa son las ganas con las que pisas el camino. El pulso acelerado de cada paso. La emoción de sentirte vivo mientras lo imaginas. La multitud de pensamientos de esperanza que atraviesan tus sesos hartos de rutina y ansiosos por salir del sendero marcado.
Creo que siempre hay más de un camino. Más de una respuesta. Más de una puerta que cruzar. Más de una carcajada pendiente… Más de un cielo que ver y más de unos labios que besar. Más de una pasión con la que agotar al cuerpo. Más de un amor que dar sin medir ni recortar. Sólo hace falta salir del decorado y girar la vista. Mirar donde no miramos. Imaginar lo que no imaginamos. Pensar que lo merecemos. Osar a dar la vuelta y exponernos. Quedar desnudos de alma y conciencia. Aguantar algunas risas y comentarios. Bailar al son de esas risas irónicas y reconocerse la valentía. Amar la propia osadía de creer, de intentar, de seguir y no parar… La imprudencia de seguir bailando cuando la música ya no suena y la noche cae.
Creo que siempre hay un mar distinto que rodea tu pedazo de tierra, por desierta que parezca. Una forma diferente de releer nuestros recuerdos para que no arañen. Una brizna de belleza en el instante más retorcido del trayecto. Un poco de calor en la tarde más fría del invierno, del invierno más crudo, del año más duro y árido de nuestra vida. Siempre, no lo dudes… Siempre.
Método infalible para no llegar nunca a ser feliz
No te cuestiones nada.
No preguntes. Calla. Espera.
Dí siempre que sí. Incluso cuando no quieras. Cuando el sí sea la carga más pesada que arrastras.
Traga, siempre. Aunque no tenga sentido. Aunque no sepas la razón y te des cuenta de que mereces mejor trato.
Intenta gustarle a todo el mundo. Cree firmemente que hay espacios de gloria que te están vetados porque sí. Porque eres tú. Como si en tu ADN hubiera un gen repelente a la dicha, la fortuna, la capacidad de conseguir lo que anhelas. Como si el mundo se dividiera en ganadores y perdedores y tú estuvieras enjaulado en el segundo grupo.
Esconde tus ideas por si ofenden.
Procura no destacar por si te miran y critican. No opines. No brilles por si a alguien le molesta.
No arriesgues por si te equivocas y eres el blanco de las burlas.
Procura no hacer nunca el ridículo. Riele las gracias a todos. Siéntete común, vulgar. No te diferencies.
Esconde tus sentimientos y emociones. Piensa que mostrar lo que sientes te hace débil, que tener miedo es de cobardes y que las dudas no son necesarias.
Cree firmemente que llegará un día en que serás feliz. Que todo estará controlado entonces, como por arte de magia. Que tendrás el hogar perfecto, la familia perfecta, el aspecto perfecto, el trabajo perfecto… Que podrás anotar esa fecha en el calendario como el primer día del resto de tu vida. Y decide esperar sentado a que llegue.
Cree que la felicidad viene desde fuera y no desde dentro. Que es absoluta y que llega del tirón. No escuches a otros. Lleva tu pena en silencio y convéncete de que eres el único que lo pasa mal.
Que no te importe sufrir mientras esperas que llegue ese momento de perfección. Aguanta malas caras y baja la vista. Pásalo mal, que el rencor te carcoma, arrastra una carga esperando que todo cambie por azar. No vivas esperando vivir. No ames si no ves un atisbo previo de amor en los demás.
Siéntete gusano y procura esquivar las pisadas de quienes crees que están destinados a ser mariposas. No confies en nadie.
Posterga el momento de parar y cerrar la puerta al asco que te da todo esto. Postérgalo todo hasta que pierda sentido.
Déjalo para mañana o para nunca. No te esfuerces, piensa que no merece la pena.
Sé altamente desdichado y no te rebeles. Aguanta situaciones injustas porque no hay más remedio que sobrellevarlas. Decide que no puedes cambiar nada. Que el destino está escrito. Que sentir dolor es habitual y necesario. Que encajar golpes forma parte de tu día a día. Que no mereces más.
Piensa que lo pequeño nunca será grande. No imagines. No sueñes.
Cree que no hay elección. Compádecete de ti mismo.
Decide que todo esto no es responsabilidad tuya. Que eres una víctima. Que nada está en tus manos. Que tu vida no es tuya, que no la diriges y que no puedes escoger a dónde va.
Laméntate y quéjate por todo y propaga tu desdicha. Que lo sepan todos, que lo compartan.
Etiquétate como el desgraciado. Que todos lo sepan. Que todos lo digan, el primero tú.
Lleva tu etiqueta con el mayor pesar posible. Regodéate en tu miseria, en tu imposibilidad de dar la vuelta a la situación.
Ah… Más todavía… Busca una excusa convincente para no haber sabido cambiarlo todo, por no haber tenido ganas de frenar a tiempo tu frustración y resignación vital. Y si no la encuentras, acarrea también la culpa y la rabia por no saber cómo llegar a la salida de este sucedáneo de vida. Y si te duelen demasiado estas emociones corrosivas, busca a alguien ajeno que parezca que lucha por vivir a su modo y que se esfuerza por encontrar respuestas. Alguien a quién descárgarle tu ira. Sé injusto con él, pisa su dignidad, humillale, criticale hasta la saciedad como si fuera lo más importante de tu vida, tu único tema de conversación… Y envidia su felicidad si no eres capaz de quebrar sus defensas, si no puedes derrotar su entusiasmo.
Ódiale a él por tu cobardía. Cúlpale y nota los efectos nefastos de este sentimiento en tu propia esencia y tu cuerpo cansado. Pasa de presa a depredador. De cordero sumiso a lobo voraz.
Y cuando termines, prepárate para volver a empezar. Esto es un círculo vicioso que no acaba nunca.
¿O no?
miércoles, 5 de febrero de 2014
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